"Mi afi ción por golpear cosas comenzó a muy temprana edad. Solía desparramar todos mis juguetes por el suelo para después aporrearlos con un par de ganchos de ropa mientras oía un casete con mis rolas preferidas. Más adelante mi hermana, un año mayor que yo, comenzó a tomar clases de batería y al poco tiempo yo comencé a pasar horas dándole duro a aquella "Majestic", una de las peores batacas construidas por el ser humano. Gracias a este primer acercamiento resulta que yo, siendo zurdo, ahora toque como derecho... Al desertar mi hermana de los tamborazos la "Majestic" desapareció de escena y me quedé sin bataca por muchos años, pero mi pasión por la música fue creciendo cada día más.
En la prepa tenía un par de amigos con los que me juntaba a beber, a fumar y a tocar de la manera más libre y desmadrosa posible. Por lo general improvisábamos o si no, intentábamos tocar (sin mucho éxito) rolas de los Beatles, Dylan, Bowie, etc. Yo tocaba un tambor haitiano, mi única arma entonces, pero a mis 18 años, un día de Reyes, estos queridos amigos me convencieron de gastar todos mis ahorros en mi primera batería: otra horrible "Majestic". Con esta bataca seguí tocando con varios amigos sin salir nunca del cuarto de ensayo, hasta que un buen día nos engatusaron para debutar en un festival de apoyo a cierto partido político de izquierda.
El grupo ni nombre tenía, así que a alguien se le ocurrió la brillante idea de presentarnos como "Los Ejes Viales". Yo estaba tan nervioso que creo que me bebí como un litro de ron antes de poderme subir a tocar, y de seguro que debo de haberlo echo bastante mal... Como al año de este penoso incidente el hermano de Alejandro Marcovich, que pululaba por la misma escuela que yo, me pidió que tocara con su hermano y con otro tipo en una fiesta que organizaba para juntar una lana y necesitaba una banda como pretexto para cobrar la entrada.
Yo no conocía a ninguno de los dos músicos en cuestión, pero igual acepté y resultó que el otro tipo era Saúl Hernández y el grupo que nació de ese palomazo fue Las Insólitas Imágenes de Aurora, una banda llena de contradicciones pero también de mucha magia. Esta fue mi primera experiencia "profesional" como músico. En 1984 las condiciones para tocar eran bastante peores que ahora y nosotros no podíamos hacerlo si no le abríamos a otra banda ya que no teníamos equipo de sonido, sin embargo nos las arreglamos para tocar por todos lados en los escasos dos años y cacho que duró esta maravillosa aventura. Comenzamos como trío y como al año cambiamos de alineación incluyendo por un corto tiempo a Alejandro Giacomán en las teclas y después a Federico Fong en el bajo, a Armando Martín, alias "el pecas" en la percusión y a Beto Delgado en el sax.
Al pasar el tiempo, como suele suceder, la relación comenzó a deteriorarse. La falta de oportunidades y las diferencias personales pesaban cada vez más. Así fue que a Saúl se le ocurrió iniciar un nuevo proyecto paralelo a Insólitas junto con "el pecas" y Diego Herrera al cual bautizó como Caifanes.
Después se unirían al grupo, para grabar su primer demo, Juan Carlos Novelo en la bataca, Armando Montiel en percusión, Sabo Romo en el bajo y Santiago Ojeda en guitarra y voz. Esta situación no duró mucho, al poco tiempo Saúl decidió dejar Insólitas y continuar con Caifanes. Me invitó a unirme, pero al principio no acepté. Por un lado me dolía mucho la disolución de mi primer banda y por el otro quería trabajar con otros músicos y probar otras formas de hacer música. Estuve un rato tocando con quien se dejaba sin que nada cuadrara en realidad. Pero de pronto me cayeron tres chambas de un jalón: La primera fue con Caifanes.
Saúl me seguía invitando a entrarle y yo seguía de necio con que no.
Acababan de debutar en Rockotitlán y me invitó a verlos tocar en su segunda fecha que sería en el mismo lugar.
Nunca había visto a Saúl desde la perspectiva del público y la verdad quede bastante impresionado. Tanto, que para el siguiente toquín ya era yo caifán.
La segunda fue con Bon y los Enemigos del Silencio, banda que me gustaba mucho y que no se bien ni como acabé tocando con ellos. Tocamos pocas veces juntos, pero lo poco que duró lo disfruté mucho. Un día se me juntó la chamba y tocamos Bon y Caifanes en el mismo lugar el mismo día. Esto sucedió en un momento decisivo para las dos bandas en el cual estaban por grabar sus primeros discos, así que tuve que decidir con quien me quedaba. Ese día fue mi última tocada con Bon... Y la tercera chamba fue un proyecto bastante bizarro salido de la mente de Luis de Llano llamado "Las Pistolas de Platino" que pretendía ser un grupo de rock con músicos de a deveras y un cantante salido de las líneas de Televisa.
En esa banda íbamos a estar Sabo en el bajo, Marcovich en la guitarra, Aleks Syntek en las teclas, y yo entre otros, pero por una de esas cosas del destino (y por problemas de nuestro cantante con la ley), este asunto se quedó en proyecto...
Después vino esa increíble historia que muchos de ustedes ya conocen: Caifanes se convirtió en algo mucho más grande de lo que cualquiera de los que lo integramos hubiéramos soñado posible.
Y pudo haber sido aún más grande, pero de nuevo los problemas personales se hicieron insalvables y el viaje se truncó. Aún así, lo que vivimos y aprendimos en esa etapa es invaluable. Durante el último periodo de Caifanes, tras la salida de Diego y Sabo, comencé a trabajar unos demos con un viejo amigo del reventón. A José Manuel Aguilera lo conocí a mediados de los ochentas cuando él tocaba con Sangre Asteka y por lo general nos juntábamos a beber y a platicar, cosa que nos salía bastante bien.
Los demos que grabamos en esta época con la colaboración de varios amigos me gustaban mucho, pero no logramos concretar nada en ese momento. De esta experiencia me quedaron ganas de hacer algo con J.M., pero mi trabajo en Caifanes me absorbía casi por completo, ya que entonces estábamos trabajando en lo que sería "El Nervio del Volcán". Al terminar de grabar este disco, que seria nuestro último como Caifanes, decidimos reclutar a otro guitarrista para tocar en vivo y por supuesto yo propuse a Aguilera. Por desgracia esta relación duró muy poco. Aguilera no soportó la muy peculiar personalidad de Marcovich y abandonó la gira al poco tiempo, pero tuvimos la oportunidad de participar con él en el festival WOMAD organizado por Peter Gabriel, una experiencia única.
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