En Miércoles de ceniza espero,
me regales un jarro con cariño.
Esto en Tenancingo es sincero,
Lo recuerdo con amor cada año.
Así como lo expresa el fragmento del poema escrito por Andrés Cano Álvarez este Miércoles de Ceniza del 2013 inicio la “Feria del Jarro” en Tenancingo, Estado de México y que al parecer es la única en su estilo de toda la República Mexicana.
Se cuenta que esta tradición tiene su origen en las peregrinaciones de grupos otomíes devotos del Señor de Chalma, que acudían a la feria del primer viernes de Cuaresma que se celebra en el santuario de Chalma. Tenancingo era paso obligado para llegar a su destino, además de que como devotos de la Virgen de los Dolores que se venera en el templo de El Calvario en Tenancingo, llegaban el martes anterior y aprovechaban a participar en los actos litúrgicos del Miércoles de Ceniza. Tradicionalmente en estos pueblos se dedicaban a la alfarería y como medio de solventar los gastos del viaje traían consigo enormes fardos de zacatón en donde acomodaban jarros, cazuelas y ollas de barro que ponían a la venta entre la gente de Tenancingo, que ya los esperaba para comprar utensilios de cocina. Inicialmente dicha venta se efectuaba en el atrio del templo de El Calvario y se realizaba el martes que llegaban y el Miércoles de Ceniza, ya que el jueves, a temprana hora continuaban su camino hacia Chalma.
Esta feria dará al pueblo más vida y color hasta el próximo domingo 17 de febrero, donde aparte de adquirir docenas y docenas de jarros y artesanías podemos asistir a la exposición de pinturas y a los talleres que imparten en la casa de cultura para conocer un poco más de la historia, aplicaciones y en si la tradición del barro.
Autor de la nota:
Emmanuel Valdéz
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Les comparto mi poema, inspirado en . . .
ResponderBorrarMI JARRITO
¡Yo, tengo un jarrito,
un jarrito al que quiero!,
el alfarero bendito
lo diseñó con esmero.
Lo merqué en una feria,
en mero Tenancingo,
el barro su materia,
la fiesta el día domingo.
Pequeñita vasija,
de silueta muy fija,
modelada a mano
por humilde artesano.
Especial su cocción,
a cien grados de amor,
en el horno . . . calor
de su fiel corazón.
Recipiente pintado
de color bermellón,
sin adornos creado
y sin decoración.
No tienes brillantez,
es tu naturaleza,
en esa sencillez
radica la belleza.
Excepto en el asiento,
tu cuerpo tiene curvas,
tu panza brilla al viento,
la exhibes, . . . me perturbas.
Luces en mi alacena,
tu cuello, sin cadena,
esa orejita hermosa
es digna de una diosa.
La ensarto con los dedos,
como en ritos y credos,
te agarro, te sostengo,
te siento de abolengo.
Tan cerca esa figura,
comienza mi locura,
que boca tan angosta,
la quiero a toda costa.
Te acerco a los labios,
evitando resabios,
en tu borde doy besos,
algunos muy traviesos.
Busco, con avidez,
todo lo que contienes,
siento la candidez
del fervor que tú tienes.
Un soplido muy fresco,
se mueve la muñeca,
el hecho es pintoresco,
la lengua dice: ¡eureka!
A tierra santa hueles,
esa de mil amores,
por costumbre tú sueles
aromar los sabores.
Por favor, no te quiebres,
mí vida no fisures,
la muerte no aceleres,
espero que perdures.
Ya eres de colección,
adornas bien la mesa,
de esa linda región
eres única pieza.
En ti, líquidos sorbo,
los bebo sin estorbo,
¡ay, jarrito atolero,
yo, por eso, te quiero!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Tenancingo de Degollado, Edo. de México, a 26 de febrero del 2006
Registro Indautor No. 03-2007-082112003600-14